PALABRAS DE APERTURA

Mi casa, tu casa, el mundo. Es mayo del 2020: desde hace prácticamente dos meses vivimos una situación de pandemia a causa de un virus nuevo. Estamos experimentando el aislamiento físico como modo de subsistencia. Transitamos una crisis del sistema, no tenemos perspectivas claras a corto, mediano o largo plazo ¿Por qué hacemos un festival? Lo hacemos para distribuir el dinero, para usar esos fondos en pesos que nos costaron dos años de gestión. Lo hacemos porque -y a pesar de que- hoy estamos en emergencia, incluso, en una emergencia más aguda que la conocida, esa, con la que venimos lidiando hace rato como artistas de danza, o como latinoamericanos. Muchxs de nosotrxs no sabemos como pagar nuestras cuentas, ni como seguir en general. Mientras tanto, entre tantas causas y luchas esenciales, lxs que bailamos como forma de vida, seguimos insistiendo en que se nos nombre trabajadorxs. Pero ojo, lo apocalíptico no es la pandemia, sino la decadencia de este capitalismo feroz que viene arrasando al mundo. “La mejor decisión es invertir el dinero hoy”, pensamos hace unas semanas ¡Este es un proyecto que sobrevive en un contexto tan extraño! Se traslada hacia soportes virtuales y medios cuyas operatorias eran totalmente desconocidas por muchxs de nostotrxs hasta ayer. En pocas semanas decidimos y procedimos en base a esas decisiones. Pero, ¿por qué un festival? “Primero lo político y después lo otro”, apuntábamos también hace unos días, mientras nos sumergíamos en las mareas agitadas de la incertidumbre, la excitación, la decepción, la tristeza y la inquietud. Aún así, ¿qué significa esa proclama? ¿Seguimos pensando que esto que hacemos es un festival? Pareciera que ir de lo presencial a lo virtual ya es, en sí mismo, un ademán performativo. En el medio de todo, hubo un hallazgo, un anclaje, un rescate: el modo de hacer, el modo de hacer obra de estxs artistas. Algunos rasgos compartidos, fueron configurando entonces, todo el gesto curatorial -si se puede llamar así-. Este ademán, trajo los tiempos densos, las rajaduras de los cuerpos, la materia expuesta al tacto, la fricción entre las cosas y los espacios, el pensamiento danzado y crudo -desplegado, replegado en las pieles-, el arrojo, las insistencias profundas en alguna pregunta, las entregas, las cuerpas libres. ¡Ay, ahora mismo se siente realmente la pérdida del acontecimiento! La pérdida del roce, del goce, del trance, del unx contra el otrx. ¡Qué dolor queridxs amigxs! ¿Saldremos más fuertes de este lugar? Necesitamos abrazarnos por largo tiempo ¿Podremos hacerlo después de todo? ¿Qué nuevos modos encontraremos para estar cerca, para hacer contacto, para construir algx juntxs? ¡Ay este FIDE 2020 que así nos parió y amontonó a su manera! ¿Dónde quedaron las obras? ¿En qué escenarios? ¿Todo desapareció? ¿Qué nos toca ahora? ¿Qué nuevas narrativas desarrollaremos a partir de aquí? ¿Qué nos salvará? ¿Acaso lo poético? ¿Acaso las danzas, en donde ellas sean? La palabra también es materia, eso es cierto. Otra certeza es que no tenemos todo el tiempo del mundo ¿Qué nos toca ahora queridxs compañerxs? Aquí estamos pues, frente a una pantalla, y ¿qué se desprende de ella? ¿Nos interpela? ¿Cómo? ¿Podemos practicar un modo de estar juntxs aunque haya tanta distancia? Queremos darle a esa oportunidad, un tiempo y un espacio.

A las personas que están allí ahora, ¡salúd!
Bienvenidxs,